Cuentos

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Que tu pluma sea la que dibuje tu horizonte

martes, 24 de junio de 2014

La Avenida Principal

El sol ya brillaba con bastante intensidad, los tejados de la ciudad eran claramente visibles y la tenue neblina que recorre las calles durante la noche y que recibe a las personas en la madrugada ya había desaparecido. Así contemplaba todo aquello el muchacho desde la ventana de su cocina, mientras terminaba el último pedazo de su emparedado. Tomó un par de libros, un cuaderno y varios lápices y los guardó dentro de su mochila, se la puso en los hombros y salió de su casa.
Aquella ciudad tenía muchas calles y avenidas, pero la más conocida de todas era la Avenida Principal, una imponente vía de muchos carriles con variedad de negocios acompañándola y mucha gente recorriéndola a diario. Se podría decir que era la avenida más importante de esa ciudad y se elevaba progresivamente hasta un punto donde era interrumpida. El destino de aquel muchacho se encontraba justamente, al final de la Avenida.
Era un día muy especial para él, no sabía como iba a empezar ni como iba a terminar; con esos pensamientos aun presentes se dispuso a caminar sobre toda la avenida; el disfrutaba de caminar, por eso decidió hacerlo de esa manera. La Avenida Principal era atravesada por muchas calles, el muchacho siempre recordaba eso ya que debía tener cuidado a la hora de cruzarlas. Con su cabeza ensimismada en otras cosas de su interés, llegó al primer cruce sin darse cuenta. Al llegar se sorprendió al ver que la calle estaba cerrada, presumiblemente por trabajos de construcción, cruzó la calle…
Al llegar a la segunda intersección, volteó por si se aproximaba algún vehículo pero en lugar de eso encontró a un grupo de niños y niñas jugando en plena calle, reían y corrían mucho. El muchacho los observó un momento y de repente una niña pequeña del grupo se le acercó y le dijo. –Ven a jugar con nosotros- El muchacho sonrió y con un gesto amable indicó que en otro momento estaría bien y siguió su camino cruzando la calle…
Al llegar a la siguiente calle, encontró a una multitud de personas conglomeradas alrededor de lo que parecía ser una ambulancia el llamas y consumida casi por completo; el muchacho observó sorprendido, en eso escuchó que dos personas cerca de él decían: -Oye, alguien debería de llamar a los bomberos ¿no? – Tienes razón, alguien debería llamar - ¿Por qué nadie lo ha hecho aún? – No lo sé, por que no llamas tú. – Porque de seguro alguien ya lo ha de haber hecho – Esta bien entonces-. El muchacho miró nuevamente el espectáculo y siguió su camino cruzando la calle…
Siguió caminando y llegó hasta la siguiente calle, al llegar a la esquina observó que en medio de la vía habían colocado un enorme anuncio publicitario que brillaba con una intensidad increíble y con muchos colores, era tan grande que bloqueaba toda la calle. El anuncio tenía un enorme mensaje que decía: -¡TODO EN ESTA VIDA ES POSIBLE…! – El muchacho miró con más detalle y descubrió unas letras más pequeñas debajo del enorme primer mensaje que decían: - … si tienes el dinero suficiente para pagarlo, si quieres dinero ¡llámanos!- En ese momento el joven pensó y recordó que no había traído dinero consigo, miró de frente y siguió caminando…
Dentro de poco tiempo ya había llegado al siguiente cruce de la Avenida y al mirar hacia la calle descubrió que esta había sido invadida por una gran cantidad de vegetación, los edificios estaban cubiertos de plantas, el asfalto de la calle se perdía entre el pasto y los helechos, tanta era la tupidez de esa mini-selva que no podía verse el resto de la calle, pero lo más llamativo era un enorme y frondoso árbol que se encontraba en medio y observando ese gran árbol estaba un hombre adulto que cargaba en sus brazos a un niño pequeño. El muchacho los observó y luego de unos momentos vio como una de las hojas de aquel árbol se secaba y caía al suelo, el hombre al ver eso le dijo al niño: -“¿Ves hijo? Otra hoja cayó, quizá no puedas darte cuenta en este momento, pero este árbol siempre pierde hojas; sólo que las pierde tan despacio que no nos damos cuenta que ya ha perdido bastantes… pero eventualmente este árbol perderá todas sus hojas, tarde o temprano. ¿Y que pasará cuando pierda todas sus hojas? El árbol se morirá- El niño sólo lo miraba y lo mismo hacía el muchacho que después de eso resolvió retomar su camino, cruzando la calle…
Al llegar a la siguiente esquina, se detuvo y vio que habían colocado una mesa justo en medio de la calle, sobre la mesa había un tablero de ajedrez con su piezas y a los lados de la mesa habían dos personas jugando: uno era un anciano  y el otro era un muchacho con retraso mental. Ambos miraban fijamente el tablero a la espera de hacer algún movimiento. El muchacho los miraba fijamente. El anciano movió finalmente su pieza y le dijo a su contrincante: -Sabes, eso es algo que tenemos en común, los demás no nos consideran seres humanos; muchas veces solo porque no hablamos igual, no escuchamos igual, no miramos igual, no nos movemos igual, no nos comportamos igual, no pensamos igual o no somos capaces de hacer lo que ellos hacen piensan que hemos dejado de ser seres humanos… nos toman en cuenta por pura lástima…. Pero al menos nosotros dos sabemos que eso no es cierto- El muchacho que jugaba con él solo reía estridentemente mientras el anciano le hablaba, luego tomaba una pieza, la observaba por unos segundos y la ponía de regreso en el tablero; luego de eso ambos jugadores volvían a la tensión del siguiente movimiento. El muchacho recordó que no sabía como jugar ajedrez, se limpió el sudor de su frente y siguió adelante, cruzando la calle…
Al llegar a la siguiente esquina descubrió a una pareja joven que estando de pie jugueteaban, se reían, abrazaban y besaban diciendo cosas tiernas y divertidas que eran correspondidas con más besos y abrazos mutuos. Luego de unos segundos estando así repentinamente se daban la espalda para revisar sus respectivos celulares y tecleaban… el muchacho los miraba fijamente cuando de pronto su teléfono comenzó a vibrar… eran mensajes, dos mensajes que decían: “De Kari: En serio lo detesto :-(, jamás había necesitado de nadie para ser feliz!!! Ahora no puedo pasar una sola hora sin él :´(, no me gusta sentir esta clase de debilidad… pero que se le va a hacer, ASI ES EL AMOR”  
De Oscar: no puedo soportarlo a veces, antes estaba tan bien, sin complicaciones ni amarguras. Jamás había tenido que modificar tanto mi forma de ser por NADIE, nunca esperé esto v.v, pero que se le va a hacer? ASI ES EL AMOR”  Después de leer los mensajes la pareja reanudo sus menudeos anteriores con un “Te amo” al unísono. El muchacho guardó su teléfono y siguió su camino cruzando la calle…

Faltaba ya una sola calle para su destino final, el muchacho estaba ya un poco cansado y ansioso por llegar, pero al detenerse en la esquina y voltear se encontró con que en la calle había un halo de oscuridad, unos cuantos metros delante de él había un corte y más allá de ese corte… sólo oscuridad; no podía verse más allá. El muchacho se detuvo a media calle, atónito y un poco nervioso. Justo en ese momento se oyó una voz que venía de la oscuridad: -Hay algunos de nosotros que nacimos en la oscuridad, otros fuimos arrastrados a ella, otros eligieron vivir en la oscuridad… es un tormento vivir de esta manera, pero… al menos, cuando hieres a alguien en medio de la negrura, nadie sabrá que fuiste tú, así que nadie nos puede juzgar, ni Dios mismo… ¿Qué dices? ¿Vienes con nosotros?- Dijo la voz mientras una mano negra y esquelética salía del velo oscuro extendiéndose hasta el muchacho; él, en ese momento dio un paso atrás y con un gesto indicó que no y se puso a correr, siguiendo la avenida… corrió hasta que se quedó sin aire y se detuvo. Tardo unos minutos en reponerse, y cuando levantó la mirada, descubrió que había llegado al final de la Avenida Principal, había llegado a su destino… y es que al final de la Avenida se encontraba su Universidad, y ese mismo día, el joven tenía su primera clase. Miró hacia atrás, viendo todo lo que había recorrido y presenciado, el sabía que probablemente nadie creería sus historias y en realidad eso no le preocupaba, él estaba allí para iniciar una nueva historia, una historia que sería escrita y protagonizada sólo por el. Tenía la esperanza de llegar a ver a su Universidad como un hogar, pero no lo iba a descubrir faltando a su primera clase, así que, se colocó bien su mochila, respiró profundo y camino a través de la entrada principal junto con cientos de otros jóvenes como él… pensando en que cosas podría depararle, su viaje de mañana.

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