Cuentos

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Que tu pluma sea la que dibuje tu horizonte

martes, 20 de diciembre de 2011

Miotoxicosis Fulminan (La enfermera)

En aquella ciudad se habían desatado varios casos misteriosos de decesos en los hospitales, los medios de comunicación y la comunidad médica estaba asombrada y desorientada por tales sucesos; entre los cuales los pacientes ingresados empezaban a sufrir altas y espeluzantes fiebres, algunos de ellos vomitaban líquidos estomacales azules y sufrían de espasmos fuertes, en otros hospitales los afectados convulsionaban y sus pieles se abrían generando hemorragias incontenibles; en todos los casos, los enfermos morían en cuestión de unas horas. La comunidad médica de los tres hospiales de la cuidad: San Antonio, Altagracia y Monteblanco; sostenían un acalorado debate sobre este misterioso mal; en los cuerpos de las víctimas se encontraban una gran cantidad de miotoxinas, como restos de una reacción violenta de los virus internos de los pacientes. Parecía que las enfermadades en tratamiento de los pacientes explotaban en toxinas cuando entraban en contacto con la misteriosa plaga, provocandoles la muerte. Los habitantes de la ciudad estaban asustados, y temían enfermarse y ser contagiados. Otros temían por sus seres queridos enfermos, ya que a tres días de la aparición del misterioso brote, las victimas ascendían a 200, entre ellos 12 doctores ya. La OMS mostraba signos de preocupación y ordenaba la preparación inminente a los hospitales de otras ciudades y países, ante esta devastadora pandemia.

En una sala del hospital San Antonio, un doctor platicaba con su enfemera asistente acerca de la situación. Tenían a 30 internos en observación y casi 20 contagios irremediables, muertos más de 60, el hospital San Antonio se volvía un infierno a cada momento. El Personal volaba de un lado a otro, tratando de salvar alguna que otra vida, de la enfermedad apodada "fiebre azul", entre los médicos: Miotoxicosis Fulminan.

-Esto no puede seguir así Adela, estas vidas se nos van de las manos, casi sin que nos demos cuenta, que impotencia, !Qué impotencia!, desearía saber que ocurre, es una calamidad.

-No se preocupe doctor, seguramente una explicación ya viene en camino, de momento usted no puede hacer nada por salvar a estas personas, podría usted morir con ellos.

El Doctor Hovak volvía a ver al paciente que estaba con ellos en la sala, y sentía un profundo temor y dolor por todos aquellos que estaban sufriendo la enfermedad misteriosa.

-Que Dios nos auxilie Adela, esto es demasiado, una locura, es demasiado estresante.- Calma doctor, usted sabe que puede pasar a mi apartamento en la noche, para que olvide todo lo ocurrido, justo como ayer- Dijo Adela con una mirada maliciosa hasta el fondo, y clavando su mirada provocativa en el cansado doctor, recordando en su mirar la escapada del día anterior con Hovak. Mientras que con su mano acariciaba intencionadamente el pecho de Hovak y con la otra trataba de mover su sostén dejando ver un par de seductoras tentaciones... Hovak la miró un momento, pero se separó y volviéndo su mirada a la ventana suspiró, y dandole la espalda a Adela mencionó: -No es un buen momento Adela.

Hovak siguió observando la cuidad, cerca del atardecer ya, mientras Adela se dirigía al paciente para chequear sus signos vitales, con una sonrisa lujuriosa, como asegurando la diversión de esa noche. Le tomó el pulso al paciente; y su mirada se volvió turbia, de su delantal sacó una jeringa, con un líquido azul claro y brillante, unos 3 mm. Y le inyectaba ese suero mortal al inconsciente interno, Adela susurró en sus adentros: -Nos vemos en el infierno... hay demasiados en esta ciudad- Terminó de inyectar y se incorporó con una mirada de satisfacción y regocijo profundo, por lo bajo se dijo: -Todo sale acorde al plan-. En eso, Hovak, serio hasta los huesos pronunció:

 -Adela...- Ella se volvió diciendo: -¿Si doctor?

 -Espero hayas tenido suerte... inyectando ese medicamento- Adela se estremeció pero dijo: -¿De qué habla?- Lo que acabas de inyectar es solo una base azucarada con tinte azul, nada mortal. Ayer mismo cambié el veneno. Tu verdadera toxina... esta aquí- Aseveró Hovak mientras sostenía en su mano alzada, un frasco con el líquido mortal azul, encargado de tanta discordia en la ciudad. Adela no salía de su asombro, Hovak se le adelantó diciendo: -¿Cómo?, Pude descubrirlo entre tus ropas ayer, después de nuestra pequeña aventura mientras seguías dormida. Solo necesitaba confirmar que eras tú la culpable.

 -¿Cómo pudiste desgraciado? !Devuelvemelo o te juro que moriras!- Chilló colérica Adela mientras se abalanzaba sobre Hovak con un instinto más que asesino, pero de repente, un sonido sordo silenció la sala, Adela se aferraba al brazo alzado de Hovak, tratando de llegar al veneno; pero su mirada se estaba perdiendo cada vez mas en la de Hovak, mientras de su abdomen, brotaba ese tibio y rojo líquido temido por muchos. Hovak había disparado a Adela.

Hovak susurró al oído de Adela justo antes de que ella muriera: -Envié ayer una muestra a la UTM, ya están trabajando en una cura, y ya alerté a la policía al respecto, solo esperan mi llamada de confirmación, Adela, no hay nada más que tú o las demás enfermeras puedan hacer, su plan, fracasó- Le colocó un bisturí en la mano y dejó que cayera al suelo, sin vida ya. En eso, Hovak sacó su celular y llamó: -"Si, era ella... intentó atacarme con una navaja, le disparé... está muerta. Informa a los demás hospitales"- colgó, y mirando a Adela muerta en el suelo le dijo:

 -Lo siento Adela, mi deber es salvar vidas.... no quitarlas- Y luego de eso, abandonó la sala.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Encuentro en la playa


La tarde estaba ya a la mitad de su recorrido, cuando un grupo de jóvenes, muchachos de distintas estaturas, tonalidades y complexiones, se divertían jugando fútbol en las arenas de una playa muy apartada de cualquier ciudad o puerto, sus arenas claras con tonalidades grises se extendía por muchos kilómetros, a un lado un acantilado de piedra negra se erguía sobre ellos y a sus espaldas aparecía un muro de vegetación exuberante y tropical, típica de las playas, y  justo en frente el inmenso mar que los observaba, yendo y viniendo eternamente, y el sol haciéndole de árbitro y espectador ausente de los muchachos. Con esa imagen transcurrió la tarde.
Poco a poco se iban retirando, por muchos motivos, y para cuando el cielo costero dejó de ser azul para vestirse de sus imponentes y bellos anaranjados, de ellos solo quedaba uno, un muchacho.
El joven, de unos 17 años quizá, de piel morena, no muy oscura, legado de tantas horas bajo el sol, de cabello corto y negro, de buena complexión física, quizá por dedicarse a la pesca o algún trabajo costero, traía consigo las ropas que cualquier muchacho que juega en la arena lleva: unas bermudas (azules) y una camisa blanca sin mangas; había quedado solo, practicando su puntería con el solitario arco de fútbol, era muy bueno en eso, y la pelota, algo dañada y vieja, pero de colores rojizos iba y venía con cada tiro.
En un momento de inspiración se dispuso a realizar un disparo complicado y vistoso; por desgracia su tan elaborado lanzamiento se fue arriba de la portería, y la pelota se perdió de vista, detrás de unas altas formaciones rocosas, de color negro que cubrían la costa. “Debo ir por ella” se dijo en sus adentros y camino.
Había muchas aves marinas en ese lugar, muy bellas y variadas, el muchacho las admiraba pues las veía todos los días, su vuelo y canto era tranquilizante, y él sabía que hacían sus nidos en esas rocas.
El joven le dio la vuelta a la más próxima de las piedras, esperando que el mar no se hubiera robado su posesión tan valiosa, miró… y nada, siguió buscando, pero al rodear una segunda piedra, algo captó su atención y lo dejó inmóvil.
Una muchacha, de espaldas a él, se entretenía con su cámara, tomando fotografías a los pájaros que posaban para ella.
Él había visto en su vida a muchas niñas, en algunos casos hasta admiradoras enamoradas no le hacía falta. Pero nunca había sentido este temblor interno, como cuando miró a aquella extraña.
Tenía unos shorts ajustados beige, y una camiseta sin mangas de color blanco y una gorra cuadrada de color gris, su piel era clara, quizá blanca, quizá rosada por el sol, en sus manos sostenía una robusta cámara negra, buscando a su próximo modelo animal, su cuerpo pensó, era casi perfecto, sus piernas era bien definidas y estaban casi desnudas, sus caderas hubieran llamado la atención de cualquier hombre en ese lugar y su fina espalda contrastaba con sus cabellos largos y oscuros, quizá castaño oscuro; tenías más o menos su edad intuyó él, en todo eso pensaba, no decía ni una sola palabra.
De pronto ella se volteó y al verlo su delicado y bello rostro, adornado con una boca de labios rojizos, nariz respingada y ojos oscuros y profundos; hizo un ademán de sorpresa y de cierta pena.
En ese momento él, se tragó todos sus pensamientos anteriores, y un tanto nervioso planeaba que decir, pero de su boca solo salió un: “Hola”
Al verlo, la joven soltó una risita y respondió lo mismo: “Hola”
-“Ah, pues, disculpa, yo solo estaba buscando algo, no quería interrumpirte”
Sin quitar esa sonrisa que lo ponía nervioso dijo -“No pasa nada, aunque me has dado un bien susto, me llamo Danna, ¿y tú?
-“Ah, me llamo Oliver.
-¿Oliver? Bonito nombre, realmente no esperaba encontrarme a alguien como tú aquí.
En ese momento, Oliver sintió un poco de valor, y se acercó a ella.
-“Gracias, tampoco creí encontrar a alguien en este lugar, ¿no eres de por aquí verdad?-
-“No, estamos de viaje, mi familia está en la cabaña, no lejos de aquí; pero me separé un rato, quería fotografiar, creo que en la noche nos iremos”.
-“Es cierto, ¿Te gusta fotografiar?
-“Claro que sí, es mi gran pasatiempo, y no soy mala en eso. Pero dime, ¿Vives por aquí?
-“Pues, yo vivo algo lejos de acá, en la costa, hoy estábamos con unos amigos, por eso estoy aquí”
-“¿Y qué haces acá? – A Oliver la voz dulce de Danna le parecía lo más placentero que había escuchado en su vida. Mientras que a Danna lo cautivaba cada vez más ese extraño que acababa de conocer.
-“Busco mi pelota, la he perdido”- “Yo no la he visto, lo siento”-
Se observaron un momento, en ese instante, Oliver comenzó a sentir cosas que no había sentido antes, un creciente calor se apoderaba de él, parecía un sueño todo ese momento, y uno del que no quería despertar. Sin saberlo, sentía una atracción aplastante hacia ella. Sin pensar mucho solamente dijo:
-“Eres muy hermosa, no sé como explicarte, pero creo que me gustas” – En ese instante, Oliver quiso que el mar se lo tragara, pues era cierto, desde el primer instante lo había sentido y creía que si no lo decía se lamentaría eternamente.
Para su sorpresa, Danna cambió su expresión de sorpresa por una mirada dulce, se acercó a él, y suavemente le dijo: -“¿Y si te digo que yo pienso lo mismo?”
Y lentamente se acercó a Oliver y con sus labios aprisionó los de él durante unos eternos momentos. Cuando terminó aquel primer beso, Danna dijo: “¿Que te pareció?”-“Increíble”- Respondió Oliver. Y en ese momento sus brazos se entrelazaron entre sí y en ese tierno abrazo se besaron de nuevo, ahora en ambos ese calor había aumentado; ambos los emocionaba ese encuentro de extraños en las arenas de la playa, probaban los labios del otro una y otra vez como queriendo descubrir su verdadero sabor, el sol que los bañaba entre las rocas negras había pasado de admirador de fútbol a espectador de un momento apasionado. Poco estar de pie comenzó a ser una molestia para ambos, y lentamente se dejaron recostar en las cálidas arenas de ese bello lugar. Danna dejó caer su cámara unos centímetros al lado, para no estar atada a nada que lo distrajera de Oliver. Y él, firmemente sujetaba las caderas de Danna, como dando a entender que no la dejaría ir tan fácilmente. En ambos, la sorpresa y pena inicial en unos minutos se transformó en un fuerte torrente de amor y deseo. Entre ellos pareciera que se conocían desde años, que se hubieran amado desde mucho tiempo atrás, a Oliver lo cautivaba la manera en que esa extraña lo besaba, y recorría su cuerpo con sus suaves caricias. Mientras que Danna adoraba como su extraño era dócil a ella y al mismo tiempo no dejaba que ella mandara, le gustaba la manera en que sus brazos rodeaban su cuerpo, y acariciaban su espalda. Sus piernas en un momento se entrelazaron, y junto con eso intercambiaron unas miradas provocativas y sinceras. En un momento dado, Oliver sintió que su compañera intentaba levantar su camisa, para ya no sentir esa barrera de tela que lo arruina todo, y pensó que por respeto no haría lo mismo con ella; algo que Danna apreció enormemente.
Pasaron varios minutos de tiernos y a la vez apasionados abrazos y besos, Oliver veía a Danna desde abajo y pensaba si de verdad todo esto estaba pasando, pues en su vida de había sentido tan bien. A Danna la emocionaba todo eso, pues en su familia eran protectores, y la idea de un novio o algo así hubiera sido reprendida. Mientras que a Oliver, aunque ya había habido otras muchachas interesadas en él, había preferido no buscar nada de eso, por esa razón ese momento se le antojaba como el cielo.
Hubo un momento en que las caricias se tornaron mas íntimas y entre los dos empezaban a sentir que el calor los unía cada vez mas, el sol ya casi estaba despareciendo del cielo lo que pintaba el firmamento de un rojo intenso, intenso sí, aunque quizá no tanto como la pareja. Cada uno escuchaba la respiración del otro, mientras sus bocas seguían unidas, y el resto de sus cuerpos exploraba el de su extraño.
Llegó un momento final en el que la joven lanzó un grito sordo y Oliver la abrazaba como queriendo decir “No te vayas”, cuando recuperaron su aliento y sus pensamientos, intercambiaron miradas de pasión, de asombro y de deseo, y una vez más compartieron un abrazo. De improvisó, Danna saltó: -“¡Dios mío, ya es muy tarde, si no me apresuro me castigarán!” – A Oliver lo descolocó este anuncio. “Ya tengo que irme, lo siento” – Oliver solo pudo balbucear unas palabras sin sentido mientras veía como Danna se arreglaba un poco y recogía su cámara. –“Adiós Oliver”- Dijo mientras con una mirada coqueta le tomaba una foto, de recuerdo, de apasionado recuerdo, a Oliver. Que la veía desde la arena, ella le sonrió y él también lo hizo. Con un último beso pero a distancia, Danna desapareció entre las rocas en la oscuridad cada vez más creciente de un amanecer, “Adiós Danna” susurró para sus adentros. Una vez mas, Oliver sintió como que si todo hubiera sido una fantasía, algo irreal, pero aun la cálida sensación en su cuerpo le decía que eso había sucedido de verdad.
Se reincorporó, se sacudió la arena que tenía en su ropa y miró  un lado; en la arena estaba la pelota que estaba buscando y que lo había unido con Danna, ahí estaba, el rojizo balón como testigo mudo de lo que acababa de suceder.
Oliver sonrió, tomó la pelota, y se marchó al lado opuesto donde se había ido Danna; justo antes que el sol desapareciera del horizonte.

Un paciente

Dos doctores sostenían una corta plática en la puerta de un cuarto de hospital; ambos clavaban la mirada en el paciente, de edad algo avanzada, que acababa de facellcer unos minutos antes. Uno era mayor ya, con abundante barba grisácea y anteojos; el segundo, mas jóven de cabellos oscuros, daba un temple de ser inquieto.

-Es toda una lastima Dave, pero era complicado ya, sobre todo despues de su tercera operación-dijo el viejo.
-Hicimos lo que estuvo a nuestro alcance, lo hizo bien; lástima que no puedes vencer al cáncer sólo con eso-
-Bueno, llamaré a los encargados de la morgue, adiós- El doctor salió dejando a Dave sólo con el fallecido. El joven médico se acercó curioso al cadáver...

 -Diste buena pelea Vladimir, debo admitirlo, mis respetos; tanto tiempo en ese doloroso coma, sin embargo te retiraste de este juego con dignidad... sabes, debo de admitirlo, te tengo envidia...¿Estás en un lugar mejor? Esta no es la mejor vida sabes, rayos quisiera ver lo que tu ves. Dicen que cuando estás apunto de morir ves tu vida pasar frente a ti... ¿tú viste la tuya Vlad?¿La vistes? Jajaja! Me gustará poder ver mi vida sabes, hace tiempos que mis recuerdos y memorias se esconden traviesas de mi, pero yo aun sigo con vida Vlad, ¿Tuviste miedo, le temiste a la muerte? ¿Que se siente estar cerca de morir? Ha de ser espeluznante, aunque tu nunca demostraste tener miedo Vladimir, ¿Que es la muerte entonces Vlad?. Rayos quisiera que me respondieras, no lo tomes a mal Vlad, pero te envidio... Más por que soy muy curioso, quisiera saber esas cosas que estan afuera de mi alcance; no lo niego, me hubiera gustado salvarte y que me contaras todo, pero, el cáncer es algo con lo que aún no podemos lidiar; dicen que uno es presa de sus mismos arrepentimientos, y que en el lecho de muerte uno ve lo malo que ha hecho pensando en que hubiera pasado sí todo fuera distinto. La muerte nos hace cobardes y los seres mas valientes a la vez, es en ese momento en que nos damos cuenta que la vida no era nuestra, nunca lo fue, y la estamos devolviendo, a la espera de nuestra sentencia sobre cómo la usamos. Es cuando nos damos cuenta que nos vamos de este mundo exactamente con lo que llegamos: con nada. Es el momento en que vemos que todo en lo que hemos trabajadado, creído, soñado y poseído se desvanecen, en un eterno silencio. La muerte es un misterio. Mi muerte es un misterio. La muerte de los demás es un misterio; en serio, daría lo que fuera por ver y sentir lo que tu sentiste antes de tu muerte, quisiera saber como te preparaste para eso, pero compliste tu parte Vlad, ya puedes retirarte en paz; yo en cambio, tengo una vida aún que jugar, y varias de esas dependen de mí, asi que... sea donde sea que estes... hasta pronto Vladimir, esperare mi momento... con alegría- agregó Dave al inerte rostro pálido y arrugado de Vladimir, mientras los enfermeros entraban al cuarto y el doctor lo abandonaba, con una sonrisa en el rostro....

jueves, 8 de diciembre de 2011

Un rehén

Un rehén

El pesado y lúgubre silencio de esa habitación abandonada bruscamente se rompió cuando el saco era quitado de la cabeza de un hombre firmemente atado a una silla, de manos y pies. El perpetrador clavó su mirada en el hombre y lo mismo hizo él. A ambos los envolvía una tétrica atmósfera ennegrecida y con polvo. Finalmente el rehén estalló en furia:

-¡No lo puedo creer!, ¡Pagarás por esto, lo juro!
-Guarda silencio Andre, ya no hay mucho tiempo
-¡Cállate tú!, ¡Sácame de esta maldita silla! No sabes con quién tratas.
-¡No haga tonterías! Sólo dame la clave y te dejare ir
-¿Qué clave?, ¡No se nada de esa clave!
-Claro que sabes Andre, es lo que quiero, y me lo vas a dar, sino morirás en este salón.
-¡Si muero te llevare conmigo!, ¡Lo juro! No te daré nada mío, no me intimidas, tengo mucho dinero y posesiones.
-No es tu fortuna lo que quiero Andre, solo la clave. Esa es la verdad.
-¿Estas loco? No se ninguna clave, y... ¡Que va!, no me importa saber “esa” verdad. La Verdad es un adorno sabes.
-La Verdad es algo que muchos ignoran pero todos buscan.
-La Verdad es una mercancía, es algo que puedes comprar o vender.
-La Verdad es un libro que constantemente escribimos.
-La Verdad es un arma, que doblega a los seres humanos, es un yugo que tenemos que usar.
-La Verdad es un ojo que todo lo ve, es una mano que todo lo escribe.
-La Verdad es un invento, una ficción, algo que creemos que existe para consolarnos.
-La Verdad es un instrumento que te permite actuar bien, evitando el mal.
-La Verdad es malvada, por eso nadie la quiere.
-La Verdad es algo que permanece oculto excepto para aquellos que se animan a buscarla.
-La Verdad es inalcanzable
-La Verdad es algo que te fortalece, te inspira y te hace pensar.
-La Verdad es un inocente que muere cada día.
-La Verdad es eterna.
-La Verdad sólo le pertenece a Dios, a nosotros sólo sus restos.
-La Verdad es algo que tú y yo construimos, al vivir.
-La Verdad es una historia escrita con letras de oro pero carentes de sentido.
-La Verdad es lo único en lo que de verdad puedes confiar, no has más secretos allá de eso.
-La Verdad es un objeto que permanece escondido de nuestras vistas, guardado y olvidado.
-La Verdad es lo que ves, oyes, dices y sientes.
-La Verdad es mi enemiga
-La Verdad es la enemiga de la mentira. Dame la clave Andre.
-¿Para que demonios quieres mi clave?
-Para sacarte de esta habitación…

-La verdad te hará libre-

martes, 6 de diciembre de 2011

Cañales

-Solo trata de imaginartelo, te reto-

Una  noche, en la que me sumergí en sueños distantes y profundos, me encontré rodeado de una densa y brillante bruma blanca, junto a mi había una canoa de madera de cacao, y en ella un remo de caoba. Subí a ella y lentamente navegue en la bruma, la bruma se despejo poco a poco y sin darme cuenta me encontraba navegando en un cañal inmenso, de un color verde intenso; flotaba en las hojas de las cañas como si estas fueran agua, era un mar, un mar de cañales, un mar verde que ningún libro jamás ha escrito (a excepción de aquellas Jícaras que estaban Tristes), era un mar inmenso y yo con mi canoa navegaba.
Una suave brisa recorría mi bote y formaba olas en los cañales alrededor mío, y yo con mi canoa recorría ese bello paisaje, arriba de mí se imponía un bello cielo azul, más azul que de costumbre, más azul que cualquier otro cielo y sin ninguna solitaria nube blanca, a lo lejos alrededor mío podía ver como se levantaban verdes y cafés cerros, de diversos tamaños y formas, unos más verdes y otros mas secos; pero cerros como aquellos que veo en mi país. En aquel mar de cañales, que bailaban al son del viento, teniéndome a mi como único espectador atónito de ese acontecimiento, en medio de ese mar tan verde, de ese mar tan mío, de ese mar tan irreal se alzaba una isla de amates, unos seis a mi parecer que con su oscuro verdor hacían contraste con todo ese oceánico cañaveral. Con mi canoa de cacao y mi remo de caoba, viaje hasta allá, al rato de lento navegar, llegue a los troncos de esos bellos árboles, que me proporcionaban una sombra exquisita como aquellas que se encuentran en mi país; aún en mi balsa mire a las ramas de los amates y en ellas se encontraban cientos de torogoces con plumajes de todos los colores, azules cielo, verde palmera, amarillo oro,  rojo atardecer… que cantaban trinos y melodías tan extrañas y bellas, que seguramente ningún hombre sería capaz de copiar o embellecer más, pues su autor era la misma naturaleza. Aun miraba aquel extraño acontecimiento cuando  una fuerte brisa captó mi atención, y tal fue mi sorpresa, que aquel mar inmenso, aquel mar tan calmo, aquel mar tan verde se había vuelto blanco como la misma nieve; pues todas aquellas cañas en ese mar habían florecido, y ahora vestían coronas blancas en sus copas; mi asombro se mezclaba de improviso con el dulce aroma que el viento me traía, ese dulzor que no puedes solo saborear, sino que sentir con tu cuerpo; ese mar blanco, ese mar idílico, había cautivado mis sentidos y flotando encima de sus flores, como la misma agua del océano, remé… con mi remo de caoba y navegué con mi canoa de cacao… navegué por horas, horas de un sueño perdiéndome en las aguas blancas de los cañales, en las cimas verdes de los cerros y en el profundo azul del cielo… mi canoa lentamente se  detuvo, pues un camino, de negro asfalto atravesaba toda aquella inmensidad alba, todos esos cañales que solo puedes encontrar en mis sueños; miré nuevamente hacia atrás, puse mi remo de caoba a un lado y bajé de mi canoa de cacao. Y camine en el negro asfalto de esa carretera, indefinidamente hasta que pudiera abandonar ese paradisíaco sueño.

La despedida

Era ya media tarde en una alejada campiña, una tenue bruma recorría los campos y plantaciones de ese iluminado lugar anunciando que la noche  venía, aunque lejos, en camino. A lo lejos el paisaje dibujaba un collage de tonalidades moradas, naranjas, rojizas y azules; y entre las blancas nubes se escondía un agradable sol de color mantequilla que no dañaba la vista, no ardiente, no frío, un sol idílico; a lo lejos se veían unos cuantos árboles que caminaban solos desde muchos años sin avanzar ni un metro; bellas y perfumadas flores adornaban las veredas.
Lo único ajeno quizá a ese paisaje tan poco usual, era una construcción pintoresca y concurrida, la estación de un ferrocarril; y uno de sus moles de acero alistaba los últimos detalles antes de salir y cruzar los campos más allá de la vista.
En el andén en medio de varias personas, que debido al clima templado de ese lugar, era obligados a usar algún especie de abrigo aprovechando quizá un breve momento de altivez personal; se distinguían dos personajes apartados del resto en medio de un par de maletas de cuero oscuro, con caras y expresiones de alegría y calidez que a su vez denotaba un poco de prisa sumidas en una entrañable conversación.
-Ah Eric, pues es nuestra ultima tarde juntos ¿no? Créeme que tenía mucho tiempo de no venir a la estación.
-Tienes toda la razón, me trae muy buenos recuerdos, pero sin duda el de hoy será el mas emotivo. Sólo espero que Benjamín logre venir a tiempo, son casi las 4.
-Ese Benjamín, jamás se caracterizó por ser puntual, igual, aun tiene mucho tiempo
-Sí, falta poco más de 45 minutos para que su tren salga; wow, quién lo diría. Qué rápido pasa el tiempo. ¡Eh! Mira quién viene.
Un tercer personaje se incorporaba junto con sus maletas de viaje a los dos jóvenes adultos de la conversación, Benjamín, de cabellos claros y rubios hacía con un ademán de disculpas visiblemente apenado por su tardía. Los otros dos lo recibían con sinceras risas.
-¡Eric, Adrián! Disculpen mi tardanza, el tipo de taxi no conocía muy bien la estación y para ser sincero yo tampoco.
-Jajaja, tranquilo Benja, no has llegado tan tarde hoy, además con Eric no hemos estado aquí por mucho.
-Exacto Ben, nos alegra mucho que hallas llegado, Adrián dudaba si perderías o no tu tan ansiado viaje en tren, además no quería quedarme sin mi compañero de escala.
-Eso nunca, ni en mis mas remotos desvaríos, hemos luchado mucho por esto ¿no?
-Sí-Sin lugar a dudas
Y los tres guardaron silencio y alzaron su vista a la mole de acero que respiraba vapor, y un poco más arriba los rieles que se perdían en horizontes aun no conocidos por ninguno de ellos. Un sentimiento de nostalgia se apodero del lugar, y aquel paisaje fue capaz de callar la conversación de los amigos, y sus almas.
-Recuerdo cuando salimos de la Escuela hace tres años, qué momentos
-Realmente nunca pensé que lloraría ese día, siempre fui tosco para eso, no me quería despedir de mi cuna, ni de ustedes, ni de nadie. A uno lo marcan esas cosas, demasiado.
-Pero los tres decidimos luchas más allá de nuestro presente ¿no?, superarnos crecer, Adrián, ¿tu partes mañana a Nueva York verdad?
-Si Benjamín, mi sueño es el norte, dejar a mi familia es muy difícil, pero quiero progresar y en el futuro pagarles todo su esfuerzo en mí.
-¿Y que me dices tú Eric, como se llama ese lugar a donde vas?
-Leverkusen, Alemania. Siempre fue mi gran sueño ir allá, ahora trataré de ser el mejor doctor, y salvar muchas vidas y ayudar a quién me lo pida, sin importar quién sea.
-Pero quién lo diría, Benjamín, nunca imagine que tu también te lanzaras a esta aventura, Moscú. ¡Toda una locura!
-Jajaja puede que lo sea, pero los mejores arquitectos del mundo están naciendo allí, debo ir a ese lugar, y cumplir mis metas y sueños.
-Pero Ben, para ti es mas difícil la despedida, ¿No es así?, lo digo, o sea, ya sabes por quién…
A Benjamín se le cortó la voz en ese momento, cuando a través del andén una figura femenina, esbelta, muy bella, llevaba un vestido turquesa y un abrigo y gorro blancos. Rizados cabellos castaños rojizos. Corría directamente a los brazos del joven Benjamin, ese abrazo efusivo entre la pareja expulsaba un calor de necesidad y abandono en todo ese lado del andén.
El ferrocarril sonó su silbato.
-Ah, Benja, nadie lo hubiera esperado, ¿recuerdas como peleábamos por quién se casaría con Amanda?
-Jejeje, como olvidar las cosas absurdas que hacíamos por ganarnos su corazón, pero no te escogió a ti ni a mi. Al final Ben se robó su corazón, era el indicado, lo reconozco, siempre fue el mas sincero de los tres.
-Jajajaja, tu nunca cambias ¡adulador!
La conversación se silencio debido al apasionado beso de despedida de la pareja, ambos lloraban por ese adiós y de ellos se experimentaba lo más cercano al verdadero amor que cualquiera hubiera experimentado en el andén.
-“Te esperaré lo que haga falta”, eso fue lo que nos dijo Ben, eso fue lo que le dijo Amanda
-Los extrañare amigos.
Benjamín regresaba al grupo, Amanda veía desde lo lejos. Las palabras no brotaban, por el mismo dolor de saber que eran las últimas entre ellos, no por siempre, pero igual ausentes.
-¿Es hora no?
-¿Estás bien? Ben
-Los dos estaremos bien, gracias Eric
-Tranquilo Benja, es un hasta luego, un simple hasta luego.
Los tres mejores amigos de ese andén se fundían en un emotivo abrazo. El ferrocarril estaba a punto de partir, Eric, de cabellos castaños y mirada solemne y sincera subió a la bestia de metal, y detrás de él Benjamín de claros cabellos y corazón honesto, ante la mirada impotente de su amada, y de su amigo Adrián. Pronto el ferrocarril empezó a moverse y entre despedidas las miradas de los amigos dentro de las vitrinas del tren se fusionaron a lo lejos con la acuarela ahora de tonalidades oscuras en las cuales se reposaba el sol, perdiéndose en el horizonte, aquel horizonte que cruzan los que sueñan y luchan.
El amigo que quedó de repente sintió una soledad y nostalgia insoportable, miró a la estación, que ahora estaba vacía y oscura, miró el lejano cielo y luego al lejano horizonte, y dio media vuelta y se marchó, sabiendo que mañana se reuniría con sus amigos en el país, donde los sueños se hacen realidad.

En el bulevar

Marcos cruzaba el oscuro umbral tenuemente iluminado de un paso subterráneo a desnivel con su automóvil, en uno de los más conocidos y concurridos bulevares de la capital.

Como muchas personas en esos momentos cercanos a las 7 de la noche, Marcos estaba cansado, después de un día de tanto laborar para ganarse algún sustento. Manejaba la misma ruta de regreso a su casa todos los días. Al llegar al final del paso subterráneo Marcos sintió que entraba a otro entorno, a otro mundo, harto ya conocido. El techo de concreto con luces amarillentas se sustituyó por un cielo oscuro impregnado de tímidas estrellas y pasajeras y abundantes nubes color vino tinto, a sus lados los muros del desnivel con sus mensajes urbanos decrecían y daban paso a una hilera de casas todas juntas entre sí y árboles que esperaban su hora de sueño. Caía una tenue llovizna que con el avanzar del auto se incrementaba de poco en poco.

Al salir del nivel subterráneo Marcos tuvo que hacer un alto ya muy acostumbrado a esa hora, pues había tráfico, y muy pesado. El próximo cruce a la izquierda que conducía a su casa estaba aun muy lejos, no avanzaba nada. A Marcos no le vino muy en gracia eso pues lo que él quería era descansar, calentarse, sentirse seguro en su casa como tantas otras veces lo había hecho, la imagen del bulevar la tenía como el último gran trecho antes de llegar a esa ansiada calma.

Lejanas y cercanas bocinas se oían y Marcos se reclino un poco en su asiento y esperó.

Vio su entorno, a la izquierda miró el puesto de comida de una señora, que en sus recuerdos era una ávida y alegre cocinera que siempre reía y su local siempre estaba lleno, ahora la dueña estaba cocinando, con cara de tristeza y aflicción y en su local, ahora lúgubre y frío bajo la lluvia contaba solo con un par de extraños, más adelante, más allá de la franja de árboles que cortan el bulevar, Marcos veía como un grupo de vagabundos se disponía a ocupar un pedazo de jardín en una casa ajena, para resguardarse del frío y de la noche. Volteó su mirada a la derecha, en el auto de la par, se distinguía la silueta del conductor, visiblemente enojado en una discusión con su pasajera, que airosa respondía, presumiblemente su esposa… quizá. Mas adelante vio un oscuro cruce a la derecha, un callejón bien conocido por él y un incauto peatón que entraba en él mientras detrás de él aparecía un grupo de sospechosos que se desvanecía en la oscuridad del callejón, quizá maleantes, presumiblemente lo asaltarían. Marcos prefirió desviar su  al frente, donde las luces rojas traseras de los autos se volvían muchas y no se movían a la vez que veía el negro desecho de todos los carros elevarse hasta lo infinito del cielo nocturno, una bruma que a Marcos se le antojaba asquerosa e irrespirable, quién sabe donde irá a parar. Alzó su vista aún mas al frente y vio la imagen luminosa y colorida de muchos anuncios publicitarios, anuncios que Marcos encontraba molestos, pues eran muchos y colmaban los lados del bulevar y la pasarela que se erguía sobre su auto, Marcos recordaba que antes no eran tantos, mas agradables a la vista. En eso momento Marcos cerró los ojos con fuerza y pensó que esta ciudad y ese bulevar ya no tenían la magia que el recordaba.

Guardo un último silencio, y molesto salió de su carro y se sumergió solo en el mar de automóviles del bulevar, perdiéndose de toda vista.

Un aficionado

Jamás fui muy dado a ese tipo de vida, a gritar junto a mis compañeros los goles de mi país, a sentarme largas y tediosas jornadas frente al televisor o a unirme a las procesiones de los estadios a la hora de que hay algún juego de vital importancia… pero esta ocasión era distinta, nunca lo hubiera imaginado pero ésta vez era distinto, estaba sentado en el sofá de la casa de un amigo junto a una muchedumbre de conocidos, todos guardando el aliento, todos clavando la mirada en la pantalla.

En efecto, los ahí presentes nos sumamos a las miles de personas que veían la transmisión atentos, en esos momentos nocturnos se jugaba un partido histórico, pues con un empate en el segundo lugar de la eliminatoria final, la confederación resolvió jugar un partido extra en tierra neutral que definiría la entrada final al evento de fútbol mas esperado por todos; y pues, como nuestra tierra ni la de ellos eran neutrales, el partido contra los Estados Unidos fue llevado a un estadio mexicano cuyo nombre aun no me aprendo.

Los medios habían cubierto todo lo relacionado equipo, incluso desde que se logro ese empate en puntos in extremis en la última jornada tras la sorpresiva derrota de los americanos en Dallas 2-1 contra México, y la sorprendente actuación de los nuestros al derrotar a la revelación de la eliminatoria Guyana 2-0 en Georgetown.

A pesar de la gran expectativa y emoción que generaba esta oportunidad histórica, nadie imagino que todo empezara tan mal para nuestro equipo; la sólida defensa que nos había caracterizado a lo largo de la eliminatoria era ahora diezmada con una facilidad abrumante por un par de atacantes gringos, Muslet y Smith me parece. Nuestro famoso y talentoso portero Morán que en anteriores cotejos había sido fundamental para obtener los puntos necesarios con atajadas increíbles como las del partido contra Costa Rica, o la seguridad rebosante mostrada ante la Guyana, incluso aquel Morán que atajó aquel histórico penalty del goleador estrella mexicano Ponce en el mismísimo Azteca (con el que logramos aquel celebrado 2-2) no era ni la sombra del que veíamos en la pantalla, no por falta de talento quizá, mas bien por que no le quedaba opción, Estados Unidos jugaba muy bien.

Tanto así que a los 6 minutos el Norte celebró en su lengua el primer tanto de su equipo luego de tres subidas de Smith y un travesaño de Muslet, la quinta fue la vencida con ese desgraciado disparo cruzado.

A pesar del talento de nuestro país, con un equipo joven que incitaba a pensar en alguna hazaña mundialista, el cuadro estadounidense resultó un obstáculo infranqueable, con un doloroso 6-0 en Texas y un escandaloso 3-0 en casa.

Era un dolor de cabeza, y desanimaba… a pesar de los esfuerzos del máximo goleador nacional López, aquel que le anotó 4 goles en un mismo juego a Guatemala y dos al mismísimo líder México, no podía (una vez más) con los centrales rubios y fornidos. Auque el desgraciado me hizo soltar un grito un tanto afeminado pero lleno de emoción sincera al estrellar la pelota contra el poste del arco de Horch (un veterano portero que ostentaba hasta ese momento el título de menos vencido en la eliminatoria). Mas allá de eso, nada.

Para colmo de males, un jugador gringo con el numero 23 perforaba con una sencillez incomoda por segunda vez el arco nacional con un certero cabezazo a falta de 14 para el medio tiempo, que más da, 2-0 y el mundial se nos iba, era irremediable. Me levanté, le dije a Sthepp que me guardara mi asiento mientras colérico iba en busca de un refresco en la cocina. Llegó el descanso, y las acostumbradas escapadas a los baños y a las cocinas nacionales.

Un panorama negro y sin mucha esperanza era el que reinaba al inicio del segundo tiempo, algunos de los presentes vislumbraban que tantos goles permitiría nuestro equipo, solo a uno le escuche 3 y fue el mínimo, tan mal íbamos.

El dominio no cambiaba, pero el técnico nacional realizó algunos cambios que a mi gusto sentaron bien. López era mas libre y atacaba con más ímpetu, y a pesar de que Morán era asediado por Smith, la defensa nacional daba señales de recuperación. Tristemente el tiempo avanzaba y no los goles de nuestro equipo. Aunque algunos dicen que el 2-0 es el marcador más fácil de remontar

Tras algunos comentarios, anécdotas, jugadas del rival y sorbos a mi bebida llegamos al minuto 70, con la misma desventaja. Me puse a platicar con Sthepp sobre cosas de otra índole pero parecía que nada tenía mas importancia que el partido; mi plática fue interrumpida por los gritos desesperados de unos sujetos, al voltear a la tele, alcancé a ver un haz azul que se escabullía solo tras las barridas de unos manchones blancos, de improviso la figura negra de Horch salió a achicar este destello de esperanza, aunque me fijé que su salida más para detener un posible gol era para herir al rival, afortunadamente el 9 evadió la salida del portero y casi cayéndose vencía por primera vez el arco americano. Era la algarabía total, un júbilo exótico, una euforia indescriptible me fundí en un abrazo de emoción con Sthepp mi amiga a la vez que nos fundíamos en el grito más conocido: gol. Las colonias alrededor coreaban este mismo sonido con una emoción rara, jamás oída, al menos por mí.

Horch lanzaba una mirada de odio contra el nacional, creo que solo yo me di cuenta de eso.

La emoción tuvo que cesar pues el reinicio del partido nos volvió a absorber, había emoción, porqué no pensarlo, quizá aun habían chances. Soñar no cuesta.

El cuadro norteamericano pasó a defenderse mejor, condicionando su letal ataque. Y aunque había esperanza y júbilo en los jugadores, se notaba poco a poco el cansancio de este partido tan sobre exigido, en todos excepto en López.

Aunque el árbitro inepto no permitía al cuadro revelación crecer dentro del partido, llegamos a los 90, y el cuarto inepto dijo que 3 minutos mas. Sólo tres malditos minutos más, para obviar otras palabras más ofensivas.   

Algunos de mis amigos tiraron la toalla, al 92 la pelota estaba aun en nuestro lado, Sthepp pasó a estar agarrada a mi hombro, nerviosa, sin soltarme. De pronto un despiste en la defensa gringa favoreció un rebote aprovechado por Salume para filtrar un exquisito pase a López, sólo contra Horch. Esa era, la última, sino, a esperar otros cuatro años, nadie quería, todos los que lo veían incluso los afortunados nacionales que colmaron aquel estadio estaban de pie, todos apoyando a López y en contra de Horch. El 9 calcó su drible contra el portero pero este no se dejaría, pero esta vez no falló, intencionadamente busco el talón del atacante y lo embistió con muchísima fuerza, López cayó, y todos los ahí presentes reclamaron. Las familias en sus casas, los hombres en sus bares, los clientes en sus negocios, todos maldijeron seguramente a Horch, inclúyanme.

El árbitro descarado no se atrevió a sacar a Horch por su falta, a pesar de lo obvio que había sido, López se retorcía de dolor al mismo tiempo en que el médico anunciaba que hasta ahí llegaba su contribución al juego. Pero al menos, se cobró un penal. Un maldito penal, un desesperante penal.

Nadie se atrevía a tomar esa responsabilidad, todo mundo estaba expectante en saber quién sería el héroe o el villano, aun se discutía eso cuando entraba a la cancha un juvenil, desconocido, un 11, un tal Rivera según me contaban, un buen jugador decían. Ya hecho el cambio había que hacer justicia, la última del partido, ahora sí, se haría justicia y Rivera era quién tenía esa responsabilidad.

Todo el país esperó de pie ese lanzamiento, todos guardaron la respiración cuando  Rivera tomó carrera, con lagrimas en los ojos, con nudos en las bocas, con vacíos en las almas.

Rivera conectó y se la estampó a Horch justo a su derecha, superando la estirada a la izquierda del portero mas odiado por todos. Gol. 2 a 2. Júbilo.

No lo se, soló se que grité, todos gritamos, nos volvimos locos, y en medio de eso un beso, de Sthepp claro. Fin del partido. Tiempo extra. Todos coreábamos alabanzas a Rivera, al equipo, al país; hasta yo me uní a esos cantos… lo estábamos logrando, no le habíamos anotado a Horch en 180 minutos, y ahora en menos de 20 nos debía dos. Histórico, emblemático, emotivo.

Al reanudarse el partido se reanudaron las esperanzas de todos nosotros, aunque eso nos duraría poco, pues el equipo lucía cansado ya, sin más energía, no por que no quisieran, es que ya la habían usado toda. Morán tuvo que sacar dos disparos más de Smith, González debió salvar un remate de Hullet en la raya y ver como el poste evitaba la caída del arco nacional ante la impotencia de Morán, Valladares y todos los aficionados nacionales.

Los defensas estadounidenses eran toscos con Salume, y más con Rivera, sus herramientas eran las faltas para evitar sorpresas. Desde hace mucho tiempo Estados Unidos es un asistente consentido a estos mundiales, hoy no dejarían que un país pobre y violento les quitara ese privilegio.

De improviso, todos de pie, atentos, emocionados, Martínez logró un pase imposible para Salume que ante la barrida del defensa solo pudo levantar la pelota que ganaría con esfuerzo Rivera, para luego tirarla adelante y emprender una nueva carrera, el 11 corrió a la par del 2, solo para que éste fuera vencido en carrera, ni la barrida final lo detuvo.

Horch faltaba, Horch. Fotocopia de las anteriores, el drible fue a la izquierda del portero, pero la velocidad de Rivera impidió que corriera la misma suerte que López, aunque Horch ante el asombro de todos, tendría el descaro de jalar del pie al juvenil 11, lo desbalanceó pero no fue suficiente, Rivera se restableció, giro sobre sí, pateó firmemente el balón, un balón rasante que se escaparía entre las piernas del portero, que ahora estaba confundido, pensando porqué salió todo tan mal. Con una lentitud torturadora, esa pelota endemoniada pegó en el poste… sólo para introducirse definitivamente en la portería de los ahora derrotados estadounidenses.

En medio de la algarabía Horch era expulsado por su conducta antideportiva, detalle que pasó desapercibido por todos, pues la verdadera fiesta se había desatado por todas partes. Había fuegos artificiales, gritos, júbilo por doquier, segundos después el partido terminaba, solo para fundirse con la alegría de millones de personas en ese momento, quién lo diría, estábamos en el mundial. (Recuerdo que la ultima participación era  ya mas un recuerdo privilegiado de lis bisabuelos de todos). Pero hoy, el júbilo era nuestro. Hubo fiesta en las calles, todo era alegría y confusión. Todo era ilógico. Sthepp no me soltaba nunca, y me cubría de sus abrazos y besos, fui feliz. Hoy ganamos, ganó la justicia, y ganó quién tenía que ganar.

Durante el resto de la semana, los problemas del país eran insignificantes, los asesinatos (mas de 10 diarios creo) cesaron por varios días, los periódicos no hacían mas que exaltar la imagen colorida de los nuevos héroes nacionales, los sujetos de azul. El fútbol no es mi actividad preferida, en eso tienen razón, pero no niego que de verdad esa cosa puede generar una alegría muy sincera, y muy necesitada por nuestra gente… me muero por ver el próximo partido de nuestra selección.

La historia de los dos paises

Hubo en un mundo lejano hace mucho tiempo, dos países que acababan de surgir. Al principio todo estaba bien y en orden y las personas vivían tranquilas. Un día un país descubrió el dinero, y toda su gente se puso alegre, era brillante y bonito y les permitía conseguir las mejores cosas, la gente del otro país se sentía triste porque no tenían tan maravilloso invento.

Las personas del país del dinero se hacían ricas, tenían las mejores casas y ropas, tenían la mejor comida y perfumes, los mejores carros y adelantos de su tecnología, eran bastante creativos y contentos; hacían fiestas y se divertían mucho y trabajaban poco, pues tenían dinero.

El otro país se sentía mal porque no tenían dinero, no tenían fiestas ni autos, ni casas ni rica comida; las personas si querían algo tenían que hacerlo ellos mismos, tenían que trabajar mucho porque en su país no vendía nada porque no tenían dinero.

En el país del dinero no habían problemas porque había dinero, siempre había abundancia y los productos siempre eran los mejores, habían muchos anuncios y las personas estaban contentas, pero de repente, algunas personas, no conformes con lo que tenían, quisieron tener mas dinero, pero como todo el dinero estaba repartido tenían que quitárselo a otro, pero era un país bueno y no robaban, así que crearon la economía y la propaganda, para ganar el dinero de los otros. Pero siempre estaban felices.

En el otro país tenían que trabajar muy duro, pues no tenían dinero para comprar las cosas ya hechas, se esforzaban muchísimo y sus casas no eran las mejores, ni sus autos ni su comida, pero era hecha por sus propias manos y eso no les desagradaba del todo, como habían muchas cosas que hacer, en ese país se hizo una gran casa, donde cada quien ponía lo que hacía y si alguien necesitaba algo lo tomaba: frutas, verduras, ropa, zapatos, etc., así no les hacía falta nada; estaban aún tristes pues las cosas del otro país eran más modernas y bonitas, pero al menos no les hacía falta nada.

El país del dinero avanzaba mucho, tenían bancos y empresas que administraban el dinero, la gente era muy feliz gracias a su invento, pero unas personas de ese país comenzaron a tener mas dinero, y otras tuvieron menos; y como no podían crear más dinero así se quedaban, pero las personas estaban muy contentas y felices, pagaban por su salud, entretenimiento, comida, vivienda, y eran muy bonitas todas sus cosas. Aunque a las personas que lograron tener mas dinero les gustó, y querían tener más.

A las personas del otro país, no les iba mal, estaban avanzando, y producían más cosas y mejores gracias a su propia tecnología (aunque no era tan buena como la del país del dinero) pero sus casas mejoraron, y tenían cosas más bonitas y no tenían que comprarlas, pues todos ponían en la casa grande lo que hacía y tomaban lo que otros ponían ahí. Eran muy felices y eran muy unidos, gracias a sus inventos ya no trabajaban tanto como antes aunque siempre tenían que trabajar. Pero les iba muy bien.

En el país con dinero, las personas con dinero ahora tenían más y tenían las mejores cosas imaginables, pero habían personas que se estaban quedando sin dinero, y poco a poco empezaron a haber pobres, empezaron a haber cosas malas, robos, asaltos… y las personas con dinero se preocupaban. Pero las personas con más dinero crearon el Gobierno para que atendiera a las personas que tenían dinero y las protegiera. Aún tenían muchos productos pero unas personas se estaban empezando a quedar sin cosas.

En el país sin dinero también hicieron un Gobierno, para mantener a la gran casa y ayudar a las personas a mejorar sus tecnologías y así pudieran producir mejores cosas y para que no le hiciera falta nada a nadie, si alguien se enfermaba los doctores los curaban, y no tenían que pagar porque no tenían dinero en su país. Les gustaba el invento del otro país, pero ellos se sentían bien con su gran casa. Lo tenían todo y no trabajaban tanto como antes. Pero las cosas del otro país seguían siendo mejores.

En el país del dinero habían más problemas, más gente se quedaba sin dinero, pero las personas importantes tenían cada vez más, cantidades enormes de dinero y lujos, tenían aviones privados, cientos de casas y mansiones, autos carísimos. Pero los pobres querían volver a tener dinero, así que empezaron con huelgas y marchas por el dinero. El Gobierno los detenía, y había más preocupación, pero sus cosas seguían siendo mas bonitas y mejores.

El otro país veía al país del dinero, aún les gustaba su invento pero ya no tanto, en su país lo tenían todo y todos tenían lo que querían. Si les faltaba algo iban donde el Gobierno y ellos se lo daban, como no tenían dinero no pagaban, pero como tenían muchas cosas que ellos hacían nunca hacía falta nada. Eran felices pues tenían mas bosques que el país del dinero, y su tecnología era muy avanzada ya, ya no tenían que trabajar gracias a ello, pero nunca les faltaba nada, y nunca holgazaneaban, les gustaba hacer cosas, pero ahora hacían lo que les gustaba.

En el país del dinero los que ya no tenían se cansaron y declararon la guerra al Gobierno, y hubo mucho caos, las personas con más dinero hicieron el Ejército para defenderse, pues no querían perder su dinero pues era mucho y les permitía comprar todo y ser dueños del mundo, pero la gente de ese país ya no era feliz, tenían dinero pero no estaban nunca tranquilas, y la guerra siguió y el país del dinero empezó a caerse. La gente con dinero le echó la culpa al país sin dinero, y les declaró la guerra; pero el país sin dinero era pacífico y tranquilo; y era abundante. Algunos se fueron al país sin dinero, pero los que se quedaron estaban muy tristes pues ni el dinero los podía alegrar ahí, entonces el mundo se llevó al país del dinero por dónde lo trajo, y ya no existió el país del dinero, sólo se quedó el país sin dinero, y su gente estaba triste por el otro país pero estaban felices y orgullosos de su país. Un país donde no se necesitaba dinero para vivir.

Ganamos

-¡Hoy ganamos, qué bien!

-¿De qué hablas?

-En el fútbol, ganamos. Pasamos a la final.

-¿Ganamos? Ganó tu equipo quizá.

-Es lo de menos, ¡pero estoy muy emocionado!

-Está bien, está bien… pero no saltes así que me estresas; de todas maneras cosas como esas son puramente inútiles

-No seas aguafiestas, deberías alegrarte... aunque sea un poco, es tu país.

-Cosas como esas no me interesan

- Vamos, jugaron de maravilla y nunca habíamos llegado tan lejos…

-El fútbol es algo que me aburre… 22 hombres corriendo detrás de una pelota… absurdo

-¡No te lo creo! Y yo que lo disfruto tanto; pero anda vamos te invito a una bebida, “la casa invita”, además ando de humor

-¡Ya te dije que no!, ¡No me interesan tus habladurías, ni tus alegrías, ni tu fútbol, ni tus bebidas alcohólicas!

-No puedo creer que seas tan fría

-Yo lo llamo sensatez

-A veces ni sé por qué me molesto…

-No me molestes ya, y déjame estudiar

-Je je je, estoy perdiendo la batalla otra vez, ¿eh? Igual, tu también me estresas.

-Un momento… ¿A qué te refieres?

-Por favor, aparta tu cara de esos libros alguna vez en tu vida. Mañana ni siquiera tienes clases en la facultad

-Eso nunca, los necesito

-¿Para qué?

-Ser la mejor de mi clase, graduarme con honores, ser feliz…

-¿Ser feliz? Eso es tu felicidad, ¿el tener todo el éxito?

-Absolutamente, deberías pensar igual, así como eres no llegaras lejos

-Ja ja, no pierdes tu sentido del humor nunca. ¡Mejor dicho nunca lo encuentras!

-Qué divertido…

-¿Te diviertes?

-Cuando estudio

-Eso no es diversión, me refiero a risas, emoción, etc.

-Me emociono leyendo, es divertido

-Pero nunca sonríes

-No es necesario, son trivialidades, emociones sin sentido.

-No realmente, ser feliz es bonito, reir, el amar…

-Como te digo, cosas sin sentido

-¿Nunca has amado nada?

-No, no me hace falta, son emociones innecesarias

-¿Nunca has amado a nadie?

-No

-¿Quieres amar?

-Está bien… te amo.