Cuentos

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Que tu pluma sea la que dibuje tu horizonte

lunes, 25 de junio de 2012

Buenas noches (terror)

Mucho se hablaba en aquellos días que nuestra sociedad se volvía paso a paso, hostil y violenta; fueron días en que las noches eran más oscuras que nunca y sus calles más frias que la muerte; y todo eso era porque habían personas que se cubrían de ese velo tenebroso para cometer las más terribles atrocidades a los transeúntes desprevenidos. Antes se respiraba un ambiente de cordialidad y de seguridad en las calles y caminos desolados, y el hecho de encontrar a otro ser humano en la penumbra era motivo de alegría y satisfacción... lentamente eso cambió para mal, empezaron los primeros atracos y robos, la confianza fue minada y la seguridad enterrada muy lejos... pronto aparecerían los primeros asesinatos, un vicio de quitar la vida que con el correr de las noches se haría cada vez más común.

Ese invierno, aun lo recuerdo... debido a una desatención menor, una de mis clases más importantes en la universidad terminaba hasta altísimas horas de la noche, no eran todos los días, pero cuando salía de ese establecimiento la incertidumbre y el temor se apoderaban de mis huesos. Dependía mucho del último autobus que pasaba en la noche, el autobús de la medianoche.

Sin mayor sorpresa alguna se corrió el rumor de que el sendero que conducía a la universidad se había convertido en un lugar predilecto para los robos y que ya eran varios los casos de personas que eran asaltadas o heridas en la noche. Pero ciertamente, ese invierno, mucho cambió... algo he de decirles, la gente ya no se deseaba las "buenas noches" al encontrarse en la calle, todo por temor a que su interlocutor fuera a la postre su victimario; a pesar de eso siempre traté de no perder ese gesto, "Si me han de matar, al menos lo hice haciendo lo correcto" pensaba. Todos estos pensamientos ocupaban mi cabeza y la de muchas personas durante las clases nocturnas, detestabamos el hecho de tener a la fatalidad a unos cuantos metros de nosotros.

Pero, durante ese invierno empezaron a aparecer otro tipo de víctimas, personas totalmente petrificadas del terror, con expresiones horribles en sus rostros presas de un pánico indescriptible y al borde de la locura y de las alucinaciones, siempre los encontraban a un lado del sendero, desvariando, chillando de un dolor jamás descriptible y cuando se les preguntaba al respecto rompían en llanto y suplicaban que pararan. Se corrió muy pronto el rumor del "Buenas Noches", así le llamaban los lugareños al ente responsable de esos ataques, se nos decía que era un espíritu terrorifico que solo aparecía e los caminos y senderos desolados a altas horas de la noche, y que al pasar a la par tuya exclamaba: "Buenas noches". Decían que aquellos que no le contestaran cordialmente corrían la suerte de los "espantados". Ciertamente puras historias del lugar, pero que no dejaban de inquietar.

Esa noche, fría como ninguna, terminé mis clases con un considerable retraso; cuando salí, el último bus hacía rato había partido. Ante mí tenía un camino oscuro y desolado, el que debía tomar para llegar a mi hogar, pensé y pensé mucho acerca de mi decisión pero decidí irme a pie, a pesar de que eso contaba como un suicidio en esos días. Caminé en el sendero solitario y oscuro, a mi derecha un muro de tierra y a mi izquierda arboles, la soledad me traspasaba como un cuchillo y el frío me hería; pero sin duda lo peor es la sensación de que todo saldrá mal... dicho y hecho, al rato de caminar, de los árboles apareció un extraño, de aspecto amenazador, un asaltante resolví yo, que empezó a seguirme por el camino. "Esto no puede ser" me dije en mis adentros y empecé a acelerar mi andar, sabiendo que nada me separaría del triste desenlace. Mi perseguidor no se alejaba, cuando por fin sentía que se me venía encima, sucedió algo que hasta la fecha sigue recorriendo mi espinazo con miedo del verdadero. Una figura se aproximaba a mi, un poco encorvada y envuelta en muchas fachas, lo que parecía ser un simple méndigo a mi parecer, sudaba helado al ver como se acercaba a mí, y cuanto por fin estuvo cerca y pasó a mi lado solo pude escuchar un tenue pero claro... "Buenas noches", sentía como que si mi estómago vomitara todo lo que había en mí y se lo tragara de regreso, mi visión se oscureció del pavor, mis piernas se comparaban a gelatina y mi alma se quebraba en millones de pedazos; recordado lo que había oído atizbé a decir un "Buenas noches" con la voz mas cortada que una transmisión radial pésima. El extraño ser pasó de largo y no pude hacer mas que mirar al frente, horriblemente aterrorizado, pocos segundos después alcanze a escuchar las "buenas noches" de la entidad, sol que ahora se las decía al asaltante... nada, con el corazón en mi mano solo pude alcanzar a escuchar un chillido espantoso... lentamente volteé mi cabeza y lo que vi aun me persigue en mis más oscuras pesadillas: el ser que ahora era casi el doble de alto y dejó ver su rostro, dos ojos muy abiertos y espeluzantes, una boca que recorria toda su cara con muchos colmillos y una lengua larga con la cual sostenía el cuello de mi perseguidor, de sus andrajos salían infinidad de tentaculos sombrios con los que envolvía a su víctima que gemía despavorida sin poder escapar ya, el chillido era casi infiernal... al ver esto, no pude hacer nada más que correr despavorido por todo el sendero escuchando la risa infrahumana y diabólica de ese ser perdiendose en la distancia, ese ser que había cobrado una vícitma más....

Entré en mi hogar, y todo mi ser era un manojo de nervios, estaba más pálido que las paredes, la risa del ser aun resonaba en mi cabeza, estuve enfermo un par de días después de eso, con altas calenturas y vómitos constantes, pero pude reponerme y sobrevivir. Al malechor lo encontraron en la mañana siguiente, sudando frío, y desvariando lastímeramente como los demás "espantados"; al recordar no puedo estar más que agradecido de tener buenos modales y de haber sobrevivido al encuentro del "Buenas Noches", que ahora para mí era la más real de las pesadillas que jamas pude haber tenido.





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